Vallas publicitarias en la capital: entre el desarrollo y la distracción




¡El caos visual está devorando a Santo Domingo! Las calles de la Capital dominicana están asfixiadas por una maraña interminable de vallas publicitarias que no solo sepultan la ciudad bajo su peso, sino que violan descaradamente los derechos ciudadanos.

Contaminación visual y distracciones

El auge de las vallas en el Distrito Nacional es un tema que genera debate. Aunque pueden denotar que es una metrópoli económicamente activa, se puede asociar con perturbación e inseguridad, principalmente para los conductores, cuyos contenidos en videos deslumbran por sus movimientos y coloridas luces.

En la capital dominicana, la cantidad de letreros fijos y de movimientos es elevada en proporción al tamaño de la ciudad, de 91.56 kilómetros cuadrados.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí? La respuesta es simple: por la negligencia y permisividad de las autoridades locales. Y por supuesto, por la ambición desmedida de las empresas “valleras” que operan sin vigilancia, control ni régimen de consecuencias.

Pese a la existencia de la resolución No. 46-99 emitida por la Alcaldía del Distrito Nacional (ADN), que regula la publicidad exterior y establece reglas para su colocación, las vallas se multiplican sin control. Según la normativa, ninguna valla publicitaria debería estar a menos de 200 metros de ciertos elementos urbanos, pero, en la práctica, esto es letra muerta.

El artículo diez, específicamente, establece que «no serán permitidos aquellos soportes y emplazamiento publicitarios que produzcan deslumbramientos, fatiga, molestias o confusiones visuales o que induzcan a confusión con señales de tránsito por los colores y señales luminosas».

Los acuerdos entre la Alcaldía y las empresas valleras parecen haber sido redactados “asigún”, permitiendo colocaciones que no respetan las distancias necesarias y promoviendo formatos que agravan la contaminación visual.

De hecho, en un recorrido de 100 metros por algunos sectores es común encontrar múltiples elementos publicitarios que no informan, sino que desdibujan el paisaje urbano. Es un bombardeo visual sin tregua.

En Santo Domingo hay pantallas colocadas en puentes peatonales y aceras, sobre edificios, en solares privados y en zonas residenciales. Las vallas publicitarias no solo invaden las calles, sino también los edificios. Cubren fachadas enteras, bloqueando la entrada de luz natural y transformando hogares y oficinas en lugares oscuros y opresivos.

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